Andalucía no es Extremadura. Así de claro se ha manifestado en varias ocasiones el coordinador federal de IU, Cayo Lara. La dirección nacional de la coalición subraya reiteradamente que, en ningún caso, facilitará la llegada del PP al Palacio de San Telmo; que nunca permitirían que los populares accedieran al Gobierno regional; que no consentirán, si está en sus manos, que Javier Arenas ocupe el asiento del presidente de la Junta.
Así de simple y así de complicado. Lara lidera una formación efervescente y emergente tras las pasadas elecciones municipales y regionales del 22 de mayo; y, posteriormente, tras las nacionales. Las urnas le depararon un incremento de votantes, debido principalmente a la caída del PSOE. Tras la cita de las locales, IU entró en una complicada disyuntiva: escuchar a una parte importante de sus bases, que exigían castigar a los socialistas por sus excesos; o, en cambio, impedir el acceso de la derecha a muchos gobiernos. En Madrid lo tenían muy claro y reclamaban que se optara por lo segundo.
Pero entonces, cuando Cayo Lara aún no se había enfrentado al juicio ciudadano, bastantes agrupaciones municipales y autonómicas se atrevieron a desafiar las doctrinas de la directiva nacional. Extremadura fue el mayor exponente; pero, en multitud de localidades se repitió la historia: Jimena (Cádiz), por ejemplo.
Después, llegó el día de la victoria de Mariano Rajoy. Esa jornada, el coordinador federal de IU salió muy reforzado. El aumento de escaños y del apoyo popular fortalecieron su posición al frente de la coalición. Por tanto, la situación viró bastantes grados en beneficio de Cayo Lara. En estos momentos resulta mucho más complicado plantar cara al líder izquierdista.
A esa cuestión se suma la propia estructura de la formación en Andalucía. Sus principales dirigentes en la región mantienen un enfrentamiento directo con el PP. Una pelea que ganó enteros cuando los populares llegaron a la Moncloa. Por tanto, más que probablemente, IU apoyará la investidura de Griñán si, con ello, impide que las cortinas de San Telmo cambien de color y se tiñan de azul.
Así de simple y así de complicado. Lara lidera una formación efervescente y emergente tras las pasadas elecciones municipales y regionales del 22 de mayo; y, posteriormente, tras las nacionales. Las urnas le depararon un incremento de votantes, debido principalmente a la caída del PSOE. Tras la cita de las locales, IU entró en una complicada disyuntiva: escuchar a una parte importante de sus bases, que exigían castigar a los socialistas por sus excesos; o, en cambio, impedir el acceso de la derecha a muchos gobiernos. En Madrid lo tenían muy claro y reclamaban que se optara por lo segundo.
Pero entonces, cuando Cayo Lara aún no se había enfrentado al juicio ciudadano, bastantes agrupaciones municipales y autonómicas se atrevieron a desafiar las doctrinas de la directiva nacional. Extremadura fue el mayor exponente; pero, en multitud de localidades se repitió la historia: Jimena (Cádiz), por ejemplo.
Después, llegó el día de la victoria de Mariano Rajoy. Esa jornada, el coordinador federal de IU salió muy reforzado. El aumento de escaños y del apoyo popular fortalecieron su posición al frente de la coalición. Por tanto, la situación viró bastantes grados en beneficio de Cayo Lara. En estos momentos resulta mucho más complicado plantar cara al líder izquierdista.
A esa cuestión se suma la propia estructura de la formación en Andalucía. Sus principales dirigentes en la región mantienen un enfrentamiento directo con el PP. Una pelea que ganó enteros cuando los populares llegaron a la Moncloa. Por tanto, más que probablemente, IU apoyará la investidura de Griñán si, con ello, impide que las cortinas de San Telmo cambien de color y se tiñan de azul.
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