jueves, 26 de diciembre de 2013

12 portadas que nos deja 'La Gaceta'

En el arco ideológico de la prensa en papel, La Gaceta se situaba en uno de los dos extremos. Su marca era el toro, España, la cúpula eclesiástica, el liberalismo económico, los pro-vida y Esperanza Aguirre. Sus dirigentes (con la televisión como ventana de exposición al público) hacían gala de sus pulseritas de la rojigualda, de sus camisas de cortijero, de sus patillas de bandolero y de sus noches de tajada con vino gratis. Eran de derechas, lo admitían y enarbolaban su sello conservador. Y comentaban que estaban "orgullosos" de ser lo que eran y defender lo que defendían. Vamos, cuales gays reconvertidos en traje de sotana, apuntaban que no se escondían en ningún armario. Eso eran. Y eso ya no son. La Gaceta ha llegado hoy a los quioscos por última vez. El periódico cierra tras meses de impagos. Un diario económico fundado en 1989 como La Gaceta de los Negocios, al que le sentó bien el salmón. Llegó a competir con Cinco Días y Expansión. En 2009 lo adquirió el grupo Intereconomía, que recortó el nombre y lo generalizó. Desde ese año, algunas de sus portadas han oscilado del escándalo a la infamia, del desprecio al insulto. Aquí varias. Sus protagonistas: Zapatero (el gran enemigo de la madre patria), Obama, ETA, el aborto, Franco, el matrimonio homosexual, Garzón...

 



 

 

 
 

lunes, 23 de diciembre de 2013

Preguntas a uno mismo

El latido del corazón rompe su ritmo habitual. Los párpados, inmóviles y abiertos, dejan de ejercer su función natural. Y el sudor empieza a recorrer los dedos de unas manos tensas, contraídas, agarrotadas, rígidas. En un patio de butacas abarrotado, repleto de miradas expectantes, transcurren dos horas y media de deliciosa tensión, de fascinante angustia, de sensaciones controvertidas. 153 minutos de rostros tirantes, de ojos nerviosos. Porque, absorto, el público contempla Prisioneros (2013), la última película estrenada en España del director Denis Villeneuve. Una cinta protagonizada por el polifacético Hugh Jackman. Una obra que acelera tu respiración. Que te paraliza. Que te estruja las entrañas. Que te retuerce el estómago. Un largometraje sobre el desconsuelo, sobre el tormento, sobre la aflicción, sobre la desesperación. 


Dos niñas desaparecidas. Unos padres destrozados. Un secuestrador desconocido. Y un personaje capaz de romper con su ética -y corromper la de los demás- para lograr recuperar a su hija. Jackman, ese torturado progenitor, tritura tu conciencia. Él rompe las reglas. Viola la moral. Y traspasa los límites aceptables de una sociedad democrática, de una clase aburguesada. Pero lo hace con el beneplácito del espectador, que lo comprende, que comparte su capacidad para pelear por su pequeña. Cueste lo que cueste. Haciendo lo que haga falta. 

Prisioneros es una película de preguntas. “¿Sería yo capaz de torturar incesantemente a un presunto culpable si creyera que ha podido raptar a mi hijo? Las respuesta me desasosiega en caso afirmativo y en caso negativo”, expone el crítico Carlos Boyero, del periódico El País. Villeneuve compone un thriller oscuro, elegante, perturbador. “Son más de dos horas de nudo en la garganta, de dejarse las uñas agarrando el reposabrazos, de revolverse en la butaca en la que estás atrapado, removido, inquieto. Preguntándote qué harías, qué dejarías hacer, hasta dónde llegarías”, añade Irene Crespo, de la revista Cinemanía.

Y Jackman inunda la pantalla con una actuación soberbia, con esa sorprendente capacidad para transmitir verdad. Con una interpretación que dista años luz de sus papeles como superhéroe, el actor conduce al espectador a la reflexión. ¿Dónde acaba y empieza la justicia? ¿Quién puede ejercerla? ¿Puede perdonarse a una víctima que termina convirtiéndose en verdugo? “Representa a un animal capaz de cubrirse de maldad y odio con tal de proteger a los suyos, y lo hace más allá de los límites racionales. Es ahí donde crece la figura, gigantesca de por sí, de Hugh Jackman (claro favorito al Oscar), que se maneja mejor en los límites desfasados de la furia y la ira irreprimible”, subraya José Manuel Cuéllar en Hoy Cinema.


Pero, inevitablemente, para alcanzar esa tensión, el protagonista se apoya en un pulido guión de ritmo constante. Un libreto repleto de giros, de imprevistos, de recovecos y escondrijos. El espectador anda por este camino empujado por un reparto encomiable. Jake Gyllenhaal, que se convirtió en un icono con Donnie Darko (2001), interpreta al agente encargado de investigar la desaparición de las niñas. Un hombre complicado, atormentado, de aparente pasado oscuro. Un policía del que no sabemos nada y que acompaña a Jackman en su asombrosa búsqueda de la redención. “Dicen que el diablo está en los detalles y me gustó mucho hacer ese ejercicio de imaginarme de dónde salía este hombre”, explica Gyllenhaal de su personaje.

Frente a él irrumpe Paul Dano, el primer sospechoso del secuestro. Solitario. Extraño. Deficiente intelectual. Escondido tras una mirada esquiva y huidiza. El chaval, que centra la sospechas del protagonista, compone una de las escenas más aterradoras del filme. Unos minutos en los que el agua resuena en un cubículo minúsculo, en una habitación donde la inocencia se cuestiona. La oscuridad se adueña del momento. Un rayo de luz se cuela por un diminuto agujero. Solo observamos un ojo, una mirada. Solo escuchamos un siseo. Solo percibimos dolor. Y dudamos sobre si compadecernos ante tanta crueldad o aprobarla.

Entonces es cuando la saliva desaparece de la boca . La lengua recorre los dientes secos. Los cuerpos del público se acurrucan y empequeñecen en sus sillones. Se escucha un “No, no, no”. También un “Por favor, ya no aguanto más”. Hay quien cierra los ojos superado por el pavor a un terrorífico desenlace; plegado a ese posible final que haga realidad sus miedos, sus temores, sus peores pesadillas. Y nos preguntamos si nosotros mismos recurriríamos al salvajismo para recuperar aquello que más preciamos. Y nos cuestionamos si esa crueldad forma parte de nuestra esencia.

Artículo publicado en la revista Nuestro Ambiente (Montilla)

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