lunes, 6 de febrero de 2012

¿Dónde se esconde Susana Díaz?

Hablábamos el sábado, tras el 38º Congreso Federal, de socialistas heridos en el fragor de la batalla fratricida de la formación política. Sin lugar a dudas, Griñán fue uno de ellos. Pero, cayeron muchos otros dirigentes andaluces. Miren a Susana Díaz, que sucumbió junto a Chacón. La número 2 del PSOE regional -prueba evidente del apoyo a la catalana por parte del presidente de la Junta- se mojó demasiado el jueves. Y, ahora, escrutada hasta la última papeleta, muchos miembros del partido en la Comunidad querrán pasarle la factura.

Díaz acompañó a la entonces candidata a un acto celebrado en los Jardines de la Buhaira. El lema de ese evento no engañaba a nadie: "Sevilla con Chacón". Entonces, quiso jugar sus cartas y apostar el todo por el todo. Echó los restos. Y, perdida la guerra, esa osadía puede costarle muy caro. La mano derecha de Griñán avanzó esa jornada el "apoyo mayoritario" de los delegados andaluces a la ex ministra. Evidentemente, aunque resulta imposible saber a quién voto cada delegado, parece que una Andalucía divididísima dio la victoria a Rubalcaba.

Así que la noche del sábado se presentó muy dura para Díaz, a la que los medios buscaban en plan Carmen Sandiego, ¿dónde se esconderá?. Y que, además, tuvo que aguantar algunos chistes en Twitter. "¿Se confirman que han llamado a Paco Lobatón para encontrar a Susana Díaz?", decían varios internautas.



Y es que el mundo cambia dentro de las cabinas de votación. Allí dentro no valen comunicados de prensa o actos populistas; no sirven proclamas a los cuatro vientos o declaraciones de "renovación" y "cambio". Allí dentro, realmente, se dirime un futuro: y no sólo el del partido, sino también el de los propios delegados que depositan su papeleta. Porque, tras perder las elecciones generales y los ingresos económicos derivados de su poder cameral, el PSOE deberá acometer recortes en su dirección local, provincial y federal. Es decir, muchos de esos delegados perderán su sillón. Y supongo que pocos querrían quedarse sin tal sustento. Por ello, alinearse era tan fundamental como ganar. Aunque, esto último, no todos lo consiguieron.

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