Hartos. Así se siente una gran parte de la ciudadanía y estos días lo demuestra en las calles de España. El movimiento impulsado por Democracia Real Ya -denominado popularmente como Movimiento 15-M- copa las portadas de los periódicos, tras algunos titubeos de los medios de comunicación. Los periodistas se (nos) preguntaron si esta iniciativa tendría exito. La respuesta resulta clara, evidente, en estos momentos. SÍ, claro que sí. El pueblo (ese al que tanto se refieren los dirigentes) está harto, cansado, hastiado y aburrido de un sistema que lo excluye cada cuatro años. Una democracia muy imperfecta que, en plena época de la instantaneidad y de las nuevas tecnologías, se limita a depositar un papelito en una urna cada cuatro años.
Desde luego, no ayudan nada los partidos y ellos son los grandes responsables de este sentimiento generalizado de descrédito de la élite política. Son los responsables básicamente porque tratan al electorado como ganado, olvidando por completo que trabajan para los ciudadanos.
Al fin y al cabo, los españoles que se han lanzado a las calles tan sólo desean elegir su futuro. Están hartos de unos representantes incapaces de depurar de sus listas a los corruptos; de unos dirigentes que premiaron a los bancos con miles de millones de ayuda, en vez de castigarlos por la crisis; de unos partidos que no ofrecen un cambio, sino tan sólo continuidad. Están hartos de falsos halagos, de que los consideren menores de edad; de que las estadísticas del paro crezcan a diario y las soluciones no lleguen. Están hartos de que se echen las culpas los unos a los otros; que todos consideren en la oposición que hay que cambiar el sistema electoral, pero que cuando llegan al poder ninguno lo haga. Están hartos de que todos alaben las listas abiertas y nadie quiera instaurarlas, porque temen ser juzgados realmente por el pueblo, porque temen someterse realmente a las urnas.
Los políticos que dicen escuchar al pueblo, que lo hagan realmente. Que bajen a la Puerta del Sol y se comprometan a cambiar un sistema degenerado; que apuesten por la revolución democrática, que le entreguen el poder a quien realmente lo ostenta: el ciudadano. En las movilizaciones de Madrid puede leerse: "No hay pan para tanto chorizo". Que oigan ahora a los españoles.
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