Las urnas depararon el pasado 22 de mayo una victoria aplastante del PP en las municipales. Y, a falta de apenas 10 meses para las generales, la formación podría aprovechar ahora una oportunidad de oro que le permitiera ganar los próximos comicios de forma holgada e, incluso, alcanzar la mayoría absoluta. Desde luego, a nadie le resultaría demasiado sorprendente. Eso sí, el arduo camino comienza ahora; puesto que gobernar, aunque sólo sea en algunas Comunidades y Ayuntamientos, implica un importante desgaste.
Porque para que el PP consiga finalmente su gran objetivo -ese que persigue desde hace siete años y que en el camino nos dejó a la niña de Rajoy y al primo del mismo (ese que dudaba del cambio climático)- los populares tendrán que hacer gala ahora de una enorme responsabilidad y concepto de Estado; apartar a un lado a su facción más 'facha' e impulsar medidas económicas que palien el desempleo (en la medida de sus posibilidades). Todo lo demás sobra.
Porque para que el PP consiga finalmente su gran objetivo -ese que persigue desde hace siete años y que en el camino nos dejó a la niña de Rajoy y al primo del mismo (ese que dudaba del cambio climático)- los populares tendrán que hacer gala ahora de una enorme responsabilidad y concepto de Estado; apartar a un lado a su facción más 'facha' e impulsar medidas económicas que palien el desempleo (en la medida de sus posibilidades). Todo lo demás sobra.
De cara a las generales, una de las grandes claves de la victoria del PP será, sin lugar a dudas, que continúe el descontento dentro de las filas socialiastas y que su electorado siga sin movilizarse (opte por la abstención, el voto en blanco o por apoyar a otra formación, como IU y UPyD). Para ello, resulta indispensable que las posturas más conservadoras de los populares no se manifiesten; que queden difuminadas detrás de iniciativas de carácter económico y de revitalización del empleo. De hecho, la mayoría de dirigentes del PP insistieron en lo mismo: gobernar para todos. Y, aunque es cierto que los ganadores siempre repiten dicha consigna, la insistencia de algunos fue mayúscula.
En Sevilla, un claro ejemplo. “Tras mucho tiempo soportando comentarios por todos conocidos, no voy a defraudar ni a la militancia popular ni a todos aquellos que me han prestado su voto”, aseguró Zoido. Él lo tiene claro. En una ciudad de gran tradición socialista y de izquierdas, su victoria responde a las ansias de cambio de una población cansada de los tejemanejes de los políticos, de los trapicheos tras bambalinas. Es un voto prestado por cuatro años.
Cometería un gran error el dirigente popular si permite que el área más rancia y derechona del PP maneje los hilos del Consistorio. Entonces, perderá las próximas elecciones locales, porque los socialistas volverán a acudir a las urnas. Aunque, para eso, quedan cuatro años. Pero para las generales tan sólo 10 meses. Y el hastío de la población depende mucho del momento -incluso diría del instante-. El hartazgo de la izquierda puede evaporarse en un abrir y cerrar de ojos si el PP no mantiene bien atado a su sector más radical e intransigente.
El desgaste de los populares comenzó la misma jornada electoral, incluso antes de la contundente victoria sobre el PSOE. Por ejemplo, la candidata del PP de l'Alfàs del Pi, Maite Huerta, trató de impedir ese día que una discapacitada extranjera votara porque la persona que la acompañaba tocó el sobre. Actos como éste perjudican a la candidatura de Mariano Rajoy.
En Sevilla, un claro ejemplo. “Tras mucho tiempo soportando comentarios por todos conocidos, no voy a defraudar ni a la militancia popular ni a todos aquellos que me han prestado su voto”, aseguró Zoido. Él lo tiene claro. En una ciudad de gran tradición socialista y de izquierdas, su victoria responde a las ansias de cambio de una población cansada de los tejemanejes de los políticos, de los trapicheos tras bambalinas. Es un voto prestado por cuatro años.
Cometería un gran error el dirigente popular si permite que el área más rancia y derechona del PP maneje los hilos del Consistorio. Entonces, perderá las próximas elecciones locales, porque los socialistas volverán a acudir a las urnas. Aunque, para eso, quedan cuatro años. Pero para las generales tan sólo 10 meses. Y el hastío de la población depende mucho del momento -incluso diría del instante-. El hartazgo de la izquierda puede evaporarse en un abrir y cerrar de ojos si el PP no mantiene bien atado a su sector más radical e intransigente.
El desgaste de los populares comenzó la misma jornada electoral, incluso antes de la contundente victoria sobre el PSOE. Por ejemplo, la candidata del PP de l'Alfàs del Pi, Maite Huerta, trató de impedir ese día que una discapacitada extranjera votara porque la persona que la acompañaba tocó el sobre. Actos como éste perjudican a la candidatura de Mariano Rajoy.
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