Bélgica, en sí, resulta surrealista. Cualquiera que haya vivido allí comprende fácilmente a que me refiero, a esa constante contradicción en la que viven sus ciudadanos, sus habitantes, los belgas. A esa confrontación política, radicalmente opuesta en lo social. Y a lo vago de su ordenación jurídica y su traducción en una intrincada relación entre Comunidades y Regiones. A todo ello se le suma un sistema judicial complicado, con algunas resoluciones demasiado ligeras. Así, por ejemplo, el pasado 3 de mayo el tribunal correccional de Namur confirmó la condena de 5 meses de prisión con suspensión (sin hacerse efectiva) a un conductor que atropelló mortalmente el 21 de octubre del 2008 a una madre y a sus dos niños de 3 y 5 años en un paso de peatones en Andenne.
Justo en el extremo opuesto se encuentra la decisión de otro juez belga. En este caso, un tribunal de Termonde condenó a un hombre de 50 años, originario de Tamise, a seis meses de cárcel por robar dos bolsas de magdalenas caducadas que se hallaban en los contenedores de basura de un supermercado (ubicados en el aparcamiento de éste). Así lo contó el diario La Libre Belgique, que recalcó que el magistrado consideró que esta acción era un hurto porque "esa comida sigue siendo propiedad del supermercado, incluso después de que la empresa la haya tirada a la basura".
Justo en el extremo opuesto se encuentra la decisión de otro juez belga. En este caso, un tribunal de Termonde condenó a un hombre de 50 años, originario de Tamise, a seis meses de cárcel por robar dos bolsas de magdalenas caducadas que se hallaban en los contenedores de basura de un supermercado (ubicados en el aparcamiento de éste). Así lo contó el diario La Libre Belgique, que recalcó que el magistrado consideró que esta acción era un hurto porque "esa comida sigue siendo propiedad del supermercado, incluso después de que la empresa la haya tirada a la basura".
No hay comentarios:
Publicar un comentario