El nombre de este post podría ser el loco titular de cualquier comedia del teatro francés de lo absurdo de mediados del siglo XX. Pero no es así. Porque, desgraciadamente, dicho enunciado tiene hoy su correspondiente capítulo en la realidad de la España del XXI. Y es que, tal y como recoge un artículo publicado en Europa Sur, una familia musulmana de La Línea de la Concepción denunció a un profesor de un instituto de la ciudad por hablar del jamón. A grandes rasgos y por no repetir esta ilógica trama (narrada detalladamente en la información del periódico campogibraltareño), el docente explicaba a la clase los diferentes climas existentes en el mundo y puso como ejemplo el de Trévelez -en la Alpujarra- y las consecuencias que éste tenía sobre la cura del jamón. Un alumno musulmán dijo sentirse ofendido y su familia terminó querellándose contra el maestro, que está acusado de ser autor de un supuesto delito de maltrato de obra, alegando además motivaciones racistas y xenófobas.
Un ejemplo llamativo que demuestra, no la irracionalidad del Islam, sino la de toda religión. Al fin y al cabo, situaciones prácticamente similares se repiten a diario con otros credos. Y es que la sensibilidad de los creyentes termina generalmente dañada por los preceptos más básicos de la libertad moderna. Son ellos habitualmente incapaces de enfrentarse a las propias contradicciones que plantean sus creencias. Y, ante tal coyuntura, terminan acusando a cualquiera de faltarles el respeto.
Un ejemplo llamativo que demuestra, no la irracionalidad del Islam, sino la de toda religión. Al fin y al cabo, situaciones prácticamente similares se repiten a diario con otros credos. Y es que la sensibilidad de los creyentes termina generalmente dañada por los preceptos más básicos de la libertad moderna. Son ellos habitualmente incapaces de enfrentarse a las propias contradicciones que plantean sus creencias. Y, ante tal coyuntura, terminan acusando a cualquiera de faltarles el respeto.
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