viernes, 2 de marzo de 2012

El PP, enemigo del PP-A

El PP-A anda muy preocupado. En los últimos metros de la carrera –aquella que termina en el Palacio de San Telmo-, a los populares andaluces podría haberles entrado una pájara de cierta relevancia. A Javier Arenas se le deba acelerar el pulso ahora; cuando observa las encuestas; y ve como su ansiada mayoría absoluta se le escapa entre los dedos y se aposta cada vez más lejos, cada vez más remota.

El Gobierno de Rajoy emprendió una serie de reformas y, puesto que a la legislatura le queda mucho tiempo por delante, la factura la enviaron a la calle San Fernando, en pleno centro de Sevilla. Aún desconocemos si la pagará el líder regional o si, por el contrario, el PP-A conseguirá guardarla en un cajón para abonarla más adelante. Lo cierto es que, aquello que parecía seguro, ahora se torna improbable.

Arenas encontró, quien lo iba a decir, el enemigo en casa. Las iniciativas emprendidas desde el Ejecutivo de Madrid parecen haber procurado dos efectos: el despertar de parte del electorado de izquierda, aquel que últimamente merodeaba decepcionado y desafectado; y el desencanto de unos votantes populares, que vieron como Mariano hizo justo lo contrario que dijo que haría.

Porque puede que el poder otorgado al empresariado en la reforma laboral haya reactivado a una izquierda adormilada, que castigó al PSOE en los comicios locales y nacionales; pero, desde luego, la subida de impuestos de Rajoy dolió mucho en aquella parte de la clase media que ofreció su apoyo al PP, confiada de que las medidas que adoptaría pasarían por la lucha contra el desempleo. Porque ese Donde dije digo, digo Diego no gusta. Y muchos no perdonan el abaratamiento del despido y el incremento del IRPF; ya que ellos votaron lo contrario.

Porque, si a Rubalcaba se le achacaba su falta de credibilidad en plena campaña electoral; puesto que entonces presentaba unas medidas que podría haber adoptado cuando formaba parte del Ejecutivo. Ahora, a Arenas sus siglas pueden pasarle factura, porque la credibilidad del PP tampoco anda demasiado bien.

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