martes, 13 de marzo de 2012

Arenas, quillo, se te echó en falta

Entiendo los debates electorales como una obligación política y un derecho del ciudadano. La sociedad no sólo debe conocer los programas de las diferentes formaciones; sino que, además, debe escuchar cómo se confrontan sus ideas. La pugna de argumentos sirve para formarse una opinión y Javier Arenas hurtó ayer ese derecho a los andaluces. Su ausencia en Canal Sur resulta absolutamente injustificada e, incluso, debe comprenderse como una falta de respeto al votante; que debe tener la opción de conocer las opiniones del previsiblemente nuevo presidente de la Junta.

Pero es que, a su vez, la excusa ofrecida por el PP resulta infantil e impropia de un partido con aspiraciones de Gobierno. Arenas afirmó que se negaba a acudir al debate en la televisión pública porque la considera parcial y tendenciosa. Más allá del insulto que esas palabras suponen para todos los trabajadores que allí laboran -por lo que manifiesto, como periodista, mi más absoluta repulsa contra esas declaraciones-; resulta increible que los populares intenten hacer creer a la ciudadanía que un debate electoral se encuentra sujeto a la libre decisión de los profesionales de la información. Ojalá fuera así, porque veríamos a periodistas ejercer su independencia. Pero, mucho me temo que todo el mundo sabe que estos enfrentamientos televisivos se encuentran pactados al milímetro: cuánto tiempo y cuándo se enfoca a cada candidato; de cuántos minutos dispone cada uno; quién habla primero y quién habla después, etc.

Es lícito oponerse al modelo actual de Canal Sur e, incluso, decir que sus informativos se encuentran manipulados. Ahora bien, resulta detestable intentar engañar al votante diciéndole que no se va porque esa televisión es imparcial; cuando en estos actos están medidas hasta la altura de los atriles. No es por nada, pero yo quería escuchar a Arenas y cómo defendía sus ideas frente a sus contrincantes. Ahora me quedo con la duda: ¿tendrá argumentos para hacerlo?

Otro análisis interesantes:
- Dos solos dejan al otro ausente, de Juan M. Marqués Perales
- El error de Arenas, de Luis J. Pérez-Bustamante

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