domingo, 14 de noviembre de 2010

¡Ya está bien! ¡Basta ya!

¡Ya está bien! ¡Basta ya! Que se acabe la hipocresía que sobrevuela en España actualmente al respecto del conflicto del Sáhara Occidental. Dejémonos de gilipolleces y tonterías; y actuemos -e instemos a que el Gobierno lo haga-. Las noticias que nos llegan desde allá (las pocas que nos llegan) son alarmantes, sobrecogedoras, espeluznantes. Todo apunta a que en El Aaiún se está produciendo una matanza de civiles; un intento de genocidio embadurnado con violaciones, asesinatos y torturas. Mientras las huestes bárbaras recorren las calles de la ciudad portando banderas marroquíes y cuchillos, en este país parece que nos gusta mirar para otro lado. No importa que un español haya muerto en el conflicto: "¡total!", dirán muchos, "sólo estaba nacionalizado".



Porque al Ejecutivo se le llenó la boca durante mucho tiempo hablando de talante, democracia y solidaridad. Términos que les honraron. Zapatero tuvo los cojones necesarios para denunciar la ilegítima guerra de Irak y sacar a las tropas de allí (lo cual también le honra) y para no levantarse al paso de la bandera de EEUU (eso ya no tanto). Pero ahora, cuando tiene que denunciar los asesinatos que se están produciendo en el Sáhara, cuando la diplomacia ya no vale, cuando hay que exigir (sí, esta es la palabra, exigir) al Gobierno del país alauita que cese sus ataques a la población saharaui; ahora, calla. Y aquí no valen argumentos tan moralmente reprochables como los intereses económicos de España en Marruecos.

España tiene un alto grado de responsabilidad con el Sáhara Occidental. Fue su colonia y se marchó dejando a la población a su suerte. Los españolitos de hoy no tenemos la culpa de ello, por supuesto, pero sí deberíamos ser conscientes de la importancia de mostrarnos solidarios ante tal conflicto. Deberíamos instar a la ONU a que celebre el referéndum aprobado para dicho territorio y adoptar una posición de fuerza para evitar que, al menos, los ciudadanos del Sáhara dejen de vivir bajo un régimen dictatorial y represivo.

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