La actual situación de Haití debería lograr sacar los colores a más de un dirigente nacional -por no decir, a prácticamente todos-. Las impactantes imágenes que llegan de dicho país son inaceptables. Y, más aún, si tenemos en cuenta el elevado montante de dinero que se envió a la zona en forma de ayudas económicas. Evidentemente, cada dolar y euro no arribó a su destino. Seguramente se quedaría en los bolsillos de politicuchos y funcionarios corruptos; cuyas manos se hallan manchadas de sangre, igual que si hubieran asesinado con un tiro a cada persona muerta a causa del cólera u otras enfermedades. Lo de Haití no tiene nombre; porque el sinfín de calificativos malsonantes que podrían pronunciarse, se quedarían siempre cortos. La solución a esta situación tan sólo pueden encontrarla los dirigentes de las grandes potencias demócratas, que deben presionar a la OTAN para garantizar que las ayudas lleguen verdaderamente a los necesitados.
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