Tatiana y Krista Hogan son hermanas, siamesas, del Canadá y nacieron hace cuatro años. Además de todo ello, las dos pequeñas protagonizan uno de los episodios más fascinantes de la medicina y ciencia moderna. Y es que ambas comparten cerebro. Unidas por la cabeza, estas dos niñas consiguieron algo ya de por si asombroso: sobrevivir. Pero es que, además, se han convertido en un verdadero desafío para los científicos contemporáneos; ya que sus cerebros se encuentran unidos, lo que les permite compartir sentidos y sensaciones.
Así lo relata Antonio Martínez Ron en un artículo: "La madre, Felicia Simms, explica que en ocasiones una de las dos niñas parece mirar al infinito mientras la otra está pendiente de algún objeto, como si viera a través de los ojos de su hermana. Otras veces, por ejemplo, le hacen cosquillas a una y la otra se ríe como si también las sintiera. Todas estas experiencias han llevado a la familia a pensar que incluso comparten pensamientos".
Ahora se abren dos vertientes interesantísimas. Por un lado, se inicia una nueva fase en la investigación neurológica. Si estas dos pequeñas son capaces de compartir sentimientos y sensaciones (e incluso podrían comunicarse directamente sin hablar), por qué no podría crearse un dispositivo que permitiera desarrollar tales dones entre dos seres humanos. Por otro lado, qué límites éticos y morales existirán entre las siamesas. "¿Cómo mantendrán su intimidad si una puede entrar de alguna manera en el cerebro de la otra para saber qué mira y quizá qué siente? ¿Se puede desarrollar una personalidad propia con un cerebro compartido?", se pregunta Martínez Ron.
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