miércoles, 10 de marzo de 2010

Un fuerte reconvertido en campo de concentración

La Alemanía nazi plagó Europa de campos de concentración. Es realmente impactante observar un mapa del Viejo Continente en el que estén localizados todos los enclaves instaurados por Hitler para cometer sus tropelías. Un ejemplo, es la siguiente imagen, donde se puede ver al detalle el horror extendido por los nacionalsocialistas:

Pero no todos los campos de concentración tienen la misma historia. Algunos, como Auschwitz fueron erigidos precisamente para la reclusión cruel y el exterminio judío. Y, en otras ocasiones, se utilizaron edificaciones preexistentes. Es el caso del de Breendonck. Los nazis emplearon este antiguo fuerte, construido en 1906 como parte del cinturón de defensa de Amberes. Una posición que ya en 1914, en plena I Guerra Mundial y durante la invasión de Bélgica, el Eje atacó duramente: en total, el edificio recibió el impacto de 563 proyectiles de 305 milímetros de la artillería austriaca.

Ante el avance germano, los mandos militares belgas abandonaron el enclave, aunque éste sería recuperado por los aliados al finalizar la contienda bélica. Un pasaje similar ocurrió durante la II Guerra Mundial. Las fuerzas armadas de Bélgica utilizaron Breendonck como centro de operaciones, pero el avance nazi les hizo abandonarlo y entregárselo a Hitler. Entonces fue cuando se reconvirtió en campo de concentración.

"Quien traspase este límite será fusilado" se leía a la entrada

El 20 de septiembre de 1940 comenzó el terror. El mayor Philipp Schmitt, miembro de las SS, llegó al fuerte con los primeros prisioneros. Unos presos que, a lo largo del primer año, eran casi la mitad judíos; pero a partir de 1942, cuando comienza la Solución Final, estos son enviados a campos de exterminio y Breendock se limita a la reclusión de miembros de la resistencia y los denominados criminales políticos.

Entre noviembre de 1942 y agosto de 1944, los nazis fusilaron a 164 personas (generalmente de 10 en 10 y escogidos al azar, como medida de escarmiento). Además, se ahorcó a 21 prisioneros, tras un juicio sumarísimo en que la condena era sabida de antemano. Otros 115 recluidos perecieron por hambre y agotamiento. En total, 3.532 seres humanos pasaron por el campo de concentración y el tiempo medio de supervivencia fue de tres meses.



P.D.: Me gustaría hablar también de una historia que me relató uno de los actuales trabajadores de Breendonck, reconvertido en museo, cuando lo visité hace un año. A principios del 2009 acudió al campo de concentración un grupo de ancianos, en plan turístico. Mientras recorrían el enclave, plagado de fotografías de la guerra, una de las viejecitas reconoció en las imágenes a su padre, que desconocía había trabajado como vigilante de los presos allí durante el conflicto bélico. El progenitor nunca les relató a sus hijos su participación en los crímenes de Breendonck.

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