lunes, 12 de septiembre de 2011

El PSOE, dividido, rebusca en la izquierda

A pocas semanas para el 20-N, el socialismo anda a tientas, con las manos extendidas hacia el frente e intentando pegarse la menor ostia posible. Con un líder, según parece, con marcado carácter temporal (a no ser que Rucabalca consiga lo actualmente impensable y logre ganar las elecciones generales), algunos de los principales dirigentes del PSOE pretenden marcar ahora territorio, no vayan a quedarse fuera de la foto a partir del 21 de noviembre. Entre otros, Chávez ya tiene puesto en las listas andaluzas, lo que le garantiza un papel protagonista en el postzapaterismo; y la ex de IU, Rosa Aguilar, también (con el apoyo de Griñán y del propio Alfredo, y previo enfrentamiento público con Carmen Calvo).


Porque el PSOE se mueve, se encuentra en plena efervescencia (a nivel local, regional y nacional); aunque los focos de las cámaras no muestren las enormes sacudidas internas de la formación. Para la televisión no hay declaraciones que puedan inmiscuirse en la campaña de su candidato; y, además, nadie quiere convertirse en el rostro público de la divergencia. Todos saben que, previsiblemente, el 21-N comenzará una nueva etapa, un nuevo tiempo para el enfrentamiento y la discusión por hacerse con las riendas del partido. Entonces tendrán su oportunidad. Hablar ahora de más puede defenestrar sus posibilidades de futuro.

De esta forma, para conocer las entrañas socialistas resulta necesario recurrir a los periódicos –allí se esconden entre expresiones como “según altos cargos de la formación” o “tal y como confirmaron miembros de la ejecutiva”-. Aún así, la reciente reforma de la Constitución puso de manifiesto la división (que no es lo mismo que enfrentamiento) del partido. Por un lado, aquellos que quieren recuperar la deriva izquierdista del PSOE; por el otro, los que optan por una socialdemocracia centrista, más parecida a los Demócratas americanos o a los liberales alemanes.

En las Cámaras Alta y Baja ya hubo quien tomó la palabra para posicionarse. Los senadores Imanol Zubero y Roberto Lertxundi –de la federación vasca- confirmaron antes de votar la reforma constitucional su negativa a apoyarla. Por su parte, el congresista Antonio Gutiérrez mantuvo una postura similar; lo que le costó una sanción de 600 euros por romper la disciplina de voto. "El castigo por no hacerle el trabajo sucio a la derecha", dijo el socialista, quien afirmó que dejará la formación si el PSOE no cambia de política.

Mientras tanto, José Blanco opta por la demagogia a la hora de explicar el titubeo y el cambio de rumbo político del equipo de Gobierno de ZP. Según él, se hizo una reforma exprés de la Constitución “porque no daba tiempo a consultar a los ciudadanos”. Es decir, después de más de tres años sin adoptar las medidas oportunas para paliar la crisis; ahora, cuando apenas restaban tres meses para unas elecciones, no se podía poner otra urna y más papeletas para un referedum en los colegios electorales.

"Ya puestos, para qué votar en unas elecciones. Nos saltamos los comicios y así sí que ganamos tiempo. Suena cómico, pero en realidad es tragicómico. De comedia berlanguiana, con el portavoz del Gobierno haciendo de Luis Escobar en un remedo de la Escopeta Nacional. [...] Lo que más deja con la estupefacción en los labios es cómo se ha pulverizado en sólo 48 horas el juego de equilibrios y de respeto de las minorías en que se cimentó la Constitución y cómo se ha hurtado a los ciudadanos el debate de una reforma que hubiera requerido de meses y meses, y quién sabe si de años, de discusión pública”, subraya Juan Carlos Blanco, director adjunto de El Correo de Andalucía. Y después el PSOE teme que sus bases de izquierdas no acudan a votar; pero… -modo ironía on- ¿cómo pueden pensar eso? –modo ironía off-.

P.D.: Fuente foto Pepe Blanco: Quintopoder.es y Empresa informativa

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