miércoles, 21 de septiembre de 2011

La mano de Smith y la zarpa de Aguirre

Andaba el PP saboreando las mieles del próximo 20-N, cuando a la ultraliberal Esperanza Aguirre le dio por entrometerse en el panorama pre-electoral. La presidenta de Madrid sacó a Adam Smith de la chistera e introdujo sin querer (al menos eso desean pensar en Génova) a la educación pública en el debate político. Con la dialéctica fácil y un argumentario rebuscado, la dirigente popular acometió recortes en el sistema de enseñanza. Eso sí, en vez de utilizar la palabra “despido” para referirse a los interinos que no trabajarán este curso, el PP capitalino habla de “no contratación”; en lugar de callar y tragarse el orgullo por la medidas impopulares adoptadas, Aguirre prefirió salir ante las cámaras para menospreciar a profesores y maestros ante millones de españoles.

Es lo que tiene la mano invisible del mercado, es lo que tiene esa garra de Esperanza (que se convierte en zarpa en ciertas ocasiones). Aquella que defendió el institucionalizar la figura del docente, infravalora ahora a éste cuando dice que “sólo” trabaja veinte horas a la semana. Y lo que podría parecer en un primer momento un mero impulso a la educación privada, esconde detrás un modelo aún más injusto: la privatización del sector. De hecho, Aguirre ya sugirió que la educación no tiene que ser gratuita en todas las fases. “Si la educación es obligatoria y gratuita en una fase, a lo mejor no tiene que ser obligatoria y gratuita en todas”, dijo en una recepción con el Rey.



Figar, consejera de Educación, explica el plan de privatización

Después, tuvo que matizar sus declaraciones. En su cuenta de Twitter apuntó que se refería a que los Masters debían de dejar de ser gratuitos. Curiosamente, estos siempre fueron de pago. Pudo tratarse de un desliz; o, mejor dicho, de otro. Porque ya culpó a los “duendes de la imprenta” de ser los responsables de los errores gramaticales incluidos en una carta que envío a los profesores. Eso sí, antes de llegar a dicha conclusión, ya acusó a los propios docentes y a los sindicatos de manipulación.

El dislate alcanza tal grado, que González Pons tomó la palabra. “Esperanza defiende la enseñanza universal y gratuita”, expuso el vicesecretario de Comunicación del PP. Una declaración que debiera zanjar el asunto; pero pocos se creen ya tal aseveración. Esta semana miles de profesores inundaron las calles de Madrid con el objeto de protestar contra el deterioro de la enseñanza pública en la Comunidad. Un paro masivo, que sirvió para conocer cifras muy significativas. Los principales sindicatos del sector revelaron que los recortes de Esperanza implican un decremento de la inversión de 115 millones de euros. Mientras tanto, Aguirre deja de recaudar 90 millones por las desgravaciones que concede a la escuela privada y destina 111 millones en 2011 a publicidad institucional. En total, desde el 2008 gastó 620 millones en campañas en los medios: el Metro y el Canal de Isabel II se lo agradecen (¡vaya a ser que algún madrileño no coja el subterráneo o no beba agua!).

Sabiendo tales datos, nadie puede creer a los líderes del PP que defienden que los recortes en educación se adoptan “porque no queda otra”. Yo no pago impuestos para que tengan un sueldo los alcaldes, presidentes autónomos, los miles de concejales y centenares de consejeros; no pago impuestos para mantener televisiones públicas en todos los pueblos y regiones, para financiar a grupos políticos y sindicatos, para construir un aeropuerto en cada ciudad con más de 50.000 habitantes. Ni siquiera pago impuestos para que se concedan subvenciones a instituciones culturales, ONG o empresas, para poner en marcha una red de AVE que conecte todos los rincones de España. No, para nada. Pago impuestos para que PRIMERO se garantice una educación y una sanidad pública, universal y de calidad; porque ambas garantizan la igualdad de oportunidades y la consolidación del sistema democrático. Todo lo demás, que se pague con lo que sobre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario