Con la victoria en las urnas, los populares lograron deshacerse de muchos de aquellos prejuicios que lastraban a la formación en Andalucía. El resultado que arrojó el 25-M permite al PP desprenderse de palabras ligadas durante bastantes años a su idiosincrasia. Achacarle hoy a Arenas el calificativo de Señorito implica insultar al 40% de los ciudadanos que le dieron su apoyo. Si los árboles le dejan ver el bosque, el PP-A puede afrontar cuatro años de oposición que terminen en el palacio de San Telmo en 2016. En cambio, de entender la jornada electoral como un fracaso absoluto y optar por volver al discurso de final de los 90 -ese que se dicta desde Madrid y donde se repiten palabras como PER, clientelismo; adecentadas todas con desprecio hacia los andaluces-; el río volverá a recorrer el mismo curso que llevó estos 30 años.
2. El PSOE debe regenerarse
El PSOE perdió las elecciones por primera vez y, desde luego, debe hacérselo mirar. Los socialistas deben comprender que el 25-M perdieron una cantidad ingente de votos. El Gobierno no debe nublarles la vista. La formación tiene que apostar por esa regeneración que se habría iniciado en el caso de perder el Ejecutivo autonómico. En el partido sobran muchísimas caras y muchísimos nombres. El PSOE-A debe volver a salir a la calle, debe acercarse de nuevo a la ciudadanía y abandonar los despachos. Evidentemente, una tarea difícil si se ostenta la vara del poder.
3. IU, vencedora moral
Ni el PSOE, ni el PP. Izquierda Unida (IU) se alzó el pasado 25 de marzo como la gran vencedora moral de la noche. La coalición de izquierdas consolidó -tras las elecciones municipales y nacionales- su respaldo en las urnas y, además, accederá al Gobierno regional por primera vez en la historia. La formación venció en todas sus disputas. El partido logró todos aquellos diputados por los que peleaba. Más allá de la escenificación radical que muestra ahora Sánchez Gordillo, las bases de IU tenían muy claro que lucharían por impedir la entrada del PP en la Junta. Los votantes de la coalición conocían tal premisa cuando acudieron a los colegios electorales; básicamente, porque los candidatos del partido no pararon de repetir sus intenciones durante su campaña.
4. UPyD y PA, fuera de la Cámara
En Andalucía hay tripartidismo. En el Parlamento no cupieron más formaciones. PA y UPyD se quedaron muy lejos de su único objetivo: acceder a la Cámara. Por tanto, ambas formaciones sólo pueden valorar aquella jornada como un fracaso. Sobre todo, lo fue para los andalucistas; quienes emprenden ahora un camino aún más tortuoso. El partido perdió votos y ya no se puede presentar como la cuarta fuerza política de la Comunidad Autónoma. Deben pensar en redefinirse y refundarse.
5. Emoción hasta el último minuto
Había partido más allá de las encuestas. Una gran parte de los sondeos proclamaban la victoria del PP por mayoría absoluta. Decían que los populares borrarían a los socialistas del mapa. Que el azul teñiría España de la Costa da Morte al Cabo de Gata. Pero el PSOE se aferró con uñas y dientes a sus posibilidades; y sobrevivió. Griñán mantendrá el poder en Andalucía -además, previsiblemente, el partido lo recuperará en Asturias-. Y Arenas vuelve a estar en entredicho. ¿Se quedará ejerciendo en la oposición o marchará a Madrid, como hiciera en los 90? Por ahora, hasta que Rajoy no acometa la primera renovación del Ejecutivo central, parece que pervivirá por Sevilla. Ya comenté que Sanz mostró cierro derrotismo el día que arrancó la campaña electoral. Parece que ya intuía su destino.
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