El 30 de enero de 1998 amaneció nublado en la capital hispalense. De madrugada, en las calles del céntrico barrio Santa Cruz asesinaron a Jiménez Becerril y a su mujer. Tan sólo paseaban. Venían de tomar unas copas con sus amigos. Sevilla lloró aquel día y el cielo quiso acompañar el sentir de la ciudad. Recuerdo aquel día y aquella mañana como si fuera hoy mismo. En el colegio, el día anterior, habíamos pintado banderolas y carteles; habíamos dibujado palomas y recortado cartulinas blancas. Pero, al final, se quedaron en clase. El 30 de enero, el Día Escolar de la Paz, no sacamos nada de eso al patio, no cantamos, ni corrimos, ni celebramos nada. En su lugar, todos los cursos guardamos silencio, varios minutos, por las dos nuevas víctimas que había dejado la sinrazón y el terrorismo.
ETA anunció ayer "el cese definitivo de la actividad armada" y pudimos contarlo. Hubo quien se acogió al optimismo y quien decidió poner “peros”. No creo que fuera ayer tiempo de lo segundo. Ni peros, ni reproches para los que colocaron piedrecitas en el camino. Vista al frente y memoria. A caminar hacia delante, a construir un país más libre, sin terrorismo; y siempre sin olvidar lo ocurrido y a quién quedó en el camino. Ellos siempre en el recuerdo. Habrá quien nunca podrá titular que ETA abandona el terrorismo.
Porque por supuesto que no se nos olvida. ¿Cómo íbamos a olvidar 43 años de horror? Que no se nos olvida, insisto. Ellos son los mismos, son los malos, los asesinos, los que portaron pistolas y pusieron bombas; los que dispararon a la nuca, sin mirar a los ojos, como cobardes que fueron y aún son; son los que amenazaron a periodistas y políticos; los que trataron de sembrar el terror y, en su intento, propagaron tal dolor que ni en infinitos años de cárcel pudieran saldar; son quienes extorsionaron, quienes secuestraron, quienes robaron, quienes asesinaron a cerca de 250 guardias civiles y a casi 150 policías; quienes enclaustraron a cientos de representantes públicos, obligados a [sin]vivir con escoltas, mirando los bajos del coche y temiendo por sus hijos y familias.
ETA anunció ayer "el cese definitivo de la actividad armada" y pudimos contarlo. Hubo quien se acogió al optimismo y quien decidió poner “peros”. No creo que fuera ayer tiempo de lo segundo. Ni peros, ni reproches para los que colocaron piedrecitas en el camino. Vista al frente y memoria. A caminar hacia delante, a construir un país más libre, sin terrorismo; y siempre sin olvidar lo ocurrido y a quién quedó en el camino. Ellos siempre en el recuerdo. Habrá quien nunca podrá titular que ETA abandona el terrorismo.
Porque por supuesto que no se nos olvida. ¿Cómo íbamos a olvidar 43 años de horror? Que no se nos olvida, insisto. Ellos son los mismos, son los malos, los asesinos, los que portaron pistolas y pusieron bombas; los que dispararon a la nuca, sin mirar a los ojos, como cobardes que fueron y aún son; son los que amenazaron a periodistas y políticos; los que trataron de sembrar el terror y, en su intento, propagaron tal dolor que ni en infinitos años de cárcel pudieran saldar; son quienes extorsionaron, quienes secuestraron, quienes robaron, quienes asesinaron a cerca de 250 guardias civiles y a casi 150 policías; quienes enclaustraron a cientos de representantes públicos, obligados a [sin]vivir con escoltas, mirando los bajos del coche y temiendo por sus hijos y familias.
Y es muy importante que se sepa que todo ese horror no sirvió para nada, que fue inútil, que no han logrado nada, que no es a cambio de nada; que ellos han perdido, que han perdido, que han perdido; que hemos ganado nosotros, el Estado de Derecho, la Democracia y la Libertad.
Habrá quien se aferre a la demagogia barata de los terroristas; quien recurra a la retórica y a los términos pueriles de los etarras para no disfrutar de un día muy importante en la historia de España. Todos tenemos que ser cautos, debe ser nuestra obligación; pero también muy optimistas. El primer paso marca la dirección. Hay que seguir caminando, para llegar al final de esta andadura.
Habrá quien se aferre a la demagogia barata de los terroristas; quien recurra a la retórica y a los términos pueriles de los etarras para no disfrutar de un día muy importante en la historia de España. Todos tenemos que ser cautos, debe ser nuestra obligación; pero también muy optimistas. El primer paso marca la dirección. Hay que seguir caminando, para llegar al final de esta andadura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario