jueves, 7 de noviembre de 2013

Los dos pasos de Carmina

Rubia, despeinada, entrada en carnes y de 58 años: a ella, se le puede creer o no. Con el rímel corrido, el medallón de su fe colgado al cuello y tres arrugas en la frente: de ella, se puede aceptar (o no) su razonamiento, su barriobajerismo, su orgulloso egoísmo o su miedo a la tentación y a la verdad. De ojeras profundas, blusa de leopardo -recuerdo de otras décadas- y un primer cigarro fumado a los siete años: con ella, puedes reír (o no).


Pero a ella hay que escucharla. A Carmina Barrios. Carmina a secas en Carmina o revienta (2012), la primera película de Paco León, la opera prima de El Luisma de Aída. Un film arriesgado, lanzado simultáneamente en las salas, internet y DVD. Una cinta que sumó en los seis primeros meses más de 279.000 espectadores y logró una recaudación de 664.000 euros. Y eso que se topó con la arcaica industria del cine, esa que se resiste a adaptarse a la nueva era. Porque el director y actor sevillano solo consiguió que su obra se viera en 19 salas de toda España. Solo cubrió el 30% de las provincias del país. “Yo no he querido desafiar a nadie, solo he querido que mi película la pudiese ver la mayor gente posible”, contó él mismo en El Mundo. “Yo sé que hay mucha gente que consume cine pirata que ha pagado por ver mi película. Es que cuanto más se acerque un modelo de distribución a la piratería -cine gratis y ya-, mejor irá”, añadió en una entrevista en Cinemanía.

Así que, visto el éxito, Carmina Barrios tendrá voz de nuevo. Aunque suene rasgada por el tabaco y el alcohol. Paco León empieza este otoño el rodaje de Carmina y Amén, la segunda parte de una película irreverente, llena de palabrotas; que arranca en una cocina de Sevilla con esa cincuentona sentada en una mesa cubierta por un mantel de plástico, y con el microondas y la lavadora al fondo. “Ahora la historia tiene un tono más berlanguiano, con todos los respetos para el gran Berlanga, con una gran mezcla de géneros. Es una comedia mucho más oscura y negra”, relata el actor de Aída, que ya compuso en su primera parte un personaje descarado, cínico, insolente y sinvergüenza. “No me gustaría que me enterrasen tendida. Me gustaría que me enterrasen sentada. En un sillón. ¿Por qué tengo que ir yo en una caja?”, se pregunta Carmina en un momento de la opera prima de León.

La primera Carmina o revienta suena a barrio, a litrona,  a parque de albero y bancos con yonkis. Huele a paredes desconchadas, a viejos sentados en verano ante las puertas de sus casas, a grafitis con faltas de ortografía. Sabe a bocata de salchichón, a papel de liar, a chándales parcheados en las rodillas. Y es que Carmina o revienta compone un esperpento delicioso, un raro soneto sobre la decadencia y la supervivencia. “Reconozco que el campo magnético de esa castiza, guapa, histriónica, lista, cínica, destroyer, graciosa, excesiva, deslenguada, astuta, surrealista, ferozmente terrenal, tragicómica, desgarrada, brutal, manipuladora señora llamada Carmina puede enganchar o dejar estupefacto a un variado género de público”, apunta el crítico Carlos Boyero.

Este proyecto le valió a Paco León la nominación a los Goya de 2013 como mejor director novel. “Todo por un retrato de mi madre, básicamente, que sale de historias que conocía y quería contarlas”, señala el actor hispalense. Este perfila una tragicomedia amarga, adornada de risas y con el regusto agrio del fracaso. El director habla de las sonrisas fingidas, de las penas ahogadas en alcohol, de los sueños inalcanzables. Y también habla de la esperanza, de la humildad, de las pequeñas cosas. “¿Tú sabes una cosa, Marifé? La vida es tan bonita... que parece de verdad”, concluye Paco Casaus en una escena de la película.

Rodada en once días, la opera prima de León ejerce como un soplo de aire fresco en un cine español previsible y repetitivo, poco acostumbrado a la innovación y riesgo. El film da el primer paso de un camino desconocido, que no se sabe a dónde conduce; pero que, al menos, ya se ha emprendido. “Sendero de mi esperanza. Hay días que no lo encuentro. ¡Ay! Sendero de mi esperanza”, canta María León en la cinta, en honor de José Mercé.

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