Los diputados del PP se hartaron de aplaudir este julio en el Congreso. Y los socialistas, y demás grupos de la oposición, abuchearon hasta el hastío. Ambas actitudes -con el denigrante "Que se jodan" de Andrea Fabra de por medio- convirtieron la Cámara Baja en una verdadera taberna. Un bareto de extrarradio donde los argumentos se silencian con silbidos, palmadas, vítores e insultos. La solemnidad del Parlamento se diluyó con el paso de las legislaturas; y los escaños se transformaron en escupideras desde las que proferir mentiras y falsas acusaciones.
Es cierto que en el hemiciclo hay de todo, parlamentarios dignos e indignos. Pero parece que los últimos ya no son una excepción; sino que lograron hacerse un importante hueco en el Congreso y nadie los echa. Los partidos no hacen los deberes. Y, en plena crisis,...
esta falta de sensibilidad de las formaciones dañan aún más la imagen pública de los dirigentes políticos. La ciudadanía se cansó de esa pasividad. Y, precisamente por ello, indignan aún más los ajustes económicos impulsados por Mariano Rajoy.
Es cierto que en el hemiciclo hay de todo, parlamentarios dignos e indignos. Pero parece que los últimos ya no son una excepción; sino que lograron hacerse un importante hueco en el Congreso y nadie los echa. Los partidos no hacen los deberes. Y, en plena crisis,...
esta falta de sensibilidad de las formaciones dañan aún más la imagen pública de los dirigentes políticos. La ciudadanía se cansó de esa pasividad. Y, precisamente por ello, indignan aún más los ajustes económicos impulsados por Mariano Rajoy.
Los recortes del PP sacaron a la calle a los funcionarios, que deberán cargar con los efectos de una crisis que ellos no originaron. Más allá de los absurdos titulares de algunos periódicos, que hablan de que la extrema izquierda se agarró a las pancartas -no sabía yo que la izquierda callejera eran los profesores, médicos, bomberos, policías, fiscales, jueces, guardias civiles e, incluso, militares-; los ciudadanos protestan porque acarrean con las consecuencias de una coyuntura de la que no son responsables.
No, no se confundan señores ministros. La ciudadanía no protesta porque haya recortes y se subieran los impuestos, porque la mayoría absoluta que les votó sabía -o, en el caso del IVA, al menos lo intuían- que se adoptarían esas medidas. La gente se queja del carácter de los ajustes: el ciudadano de a pie soportará cuatro veces más el peso de los recortes que una empresa, y ¡¡¡DIEZ!!! veces más que las administraciones públicas; según los datos del periodista Javier Ruiz. Eso es lo indignante. El reparto emprendido es injusto y desmedido. Señor Rajoy, usted está haciendo lo fácil, lo que dijo que no haría, lo que criticó de ZP cuando se sentaba en la bancada de la oposición. Todo el mundo sabe lo simple que resulta ajustar el déficit vía recortes y vía impuestos. A usted le eligieron porque afirmó que haría lo complicado, impulsar cambios estructurales que trajeran el crecimiento económico y el correspondiente aumento de ingresos. En eso, hasta ahora, fracasó.
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