
Una caída en picado que se reproduce en los administraciones municipales, donde mayor poder debería tener una formación regionalista de estas características; ya que el ciudadano opta en las generales por los grandes partidos mayoritarios. El PA tan sólo gobierna actualmente en 30 localidades de la Comunidad Autónoma -ninguna capital de provincia y sólo dos grandes municipios, Utrera y San Fernando-. Además, el número de concejales que ostentaba ha ido cayendo con el tiempo, perdiendo representatividad en las grandes ciudades. Así, por ejemplo, en Sevilla le costó componer la lista con la que presentarse a los próximos comicios del 22 de mayo; y, de volver a quedarse fuera del pleno (lo más probable), peligra su supervivencia en la capital hispalense.
Evidentemente, este proceso responde a una serie de factores sociológicos y políticos, propios de la idiosincrasia andaluza. En primer lugar, el discurso nacionalista no ha calado en la población, tan sólo en la extrema izquierda más radical, que pretende imitar a los grupos independentistas de Cataluña, País Vasco o Galicia. De hecho, las Juventudes Andalucistas (JJAA) reproducen en su bandera la estrella de las cinco puntas.
Pero es que, además, en estos separatistas o federalistas tan poco ha funcionado el discurso del PA, puesto que sus iniciativas se aproximan más a una ideología de centro y de derechas -aunque se declare progresista-. Así, el voto saliente de los andalucistas suele recaer en el PP, como bien demuestran las últimas elecciones regionales, cuando los cinco escaños del CA se trasladaron a los populares.
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